En el corazón de una tradición familiar que se transmite de generación en generación, Magdalena y su hija Fernanda han convertido su hogar en un espacio productivo donde los conocimientos ancestrales se fusionan con prácticas agroecológicas modernas. Este huerto familiar representa la continuidad de saberes campesinos que han encontrado en la agricultura consciente una forma de honrar tanto la tierra como la herencia familiar.
Ubicado en su propia casa, el huerto se beneficia del cuidado constante y la atención personalizada que solo puede ofrecer la agricultura familiar. Madre e hija trabajan juntas aplicando técnicas agroecológicas que respetan los ciclos naturales mientras producen hortalizas libres de químicos y llenas de sabor auténtico.
Su compromiso trasciende la producción doméstica: cada sábado llevan lo mejor de su cosecha a la feria de la estación, creando vínculos directos con la comunidad local. A través de Mercado Vecinos, extienden este círculo de confianza, ofreciendo productos que reflejan no solo técnicas sustentables sino también el amor y dedicación que caracterizan la agricultura familiar.
Un proyecto que demuestra cómo la tradición puede ser motor de innovación, donde cada verdura cultivada lleva consigo décadas de conocimiento familiar y el cuidado de quienes entienden que cultivar es mucho más que producir alimentos.
